EL TERROR A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS
(publicada en la LULE LE LELE #13)

(…) la técnica, el contenido narrativo y la evolución de las películas de una nación son única y totalmente comprensibles en relación con el auténtico perfil psicológico que caracteriza a ese país[1].

En contraste con la glorificación de los “valores familiares” del cine dominante, Cronenberg comparte la visión de J. G. Ballard y R. D. Laing sobre la familia como fuente de psicosis. El proceso de socialización produce locura. Tal como escribe Philip Larkin en su poema “This Be the Verse [Esto será el verso]”, “Ellos te joden, tu mamá y tu papá”. Ellos también lo hartan a uno, produciendo una rabia que es “primitiva, casi fetal, casi informe… [las recién paridas] criaturas del inconsciente, que convierten en físico lo mental”[2].

     El género llamado “terror” como lo conocemos hoy en día, se origina principalmente en la novela gótica y el melodrama escénico inglés. Si bien podemos reconocer elementos de fantasía y de terror a lo largo de toda la historia de las artes narrativas occidentales (desde la literatura griega en adelante), la intención de generar espanto y miedo como elemento central de la obra, comienza a darse en la ficción literaria de mediados del siglo XVIII.
     La literatura de terror, como también la ciencia ficción, el policial y otros géneros populares tienen su auge hacia fines del siglo XIX, con el surgimiento de los pulps: publicaciones muy baratas que gracias a la reducción del analfabetismo y otras conquistas sociales, se convierten en fenómeno de masas hasta la década del ’50 aproximadamente[3].
     El terror en el cine alcanza su primer punto culminante en los años 20s, en la Alemania inmediatamente anterior al nazismo. Lo que da en llamarse cine expresionista (que incluye también otros géneros) comienza con El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1919).
     Los períodos de máximo desarrollo y originalidad del terror coinciden con épocas de grandes crisis sociales. El Horror Film tiene una capacidad mucho mayor que el cine legitimado, para tratar de forma contundente, los temas relacionados con las frustraciones, las fantasías, los miedos y las neurosis de nuestra sociedad. Películas como Frankenstein (J. Whale, 1931), Terminator (J. Cameron, 1984) y Matrix (A. y L. Wachowski, 1999) forman una verdadera saga en lo que se refiere al tratamiento de las catástrofes sociales producidas desde las revoluciones industriales hasta el auge del mundo virtual que nos abruma en el presente[4]. Directores como Cronenberg transforman la metáfora en realidad sensible en películas como Scanners (1981), Rabid (1977), Shivers (1975), The Brood (1979), Videodrome (1983), etcétera[5].
     El último gran boom del género se está dando en estos años con el llamado terror japonés. Filmes que son inmediatamente reversionados por Hollywood, muestran un mundo de individuos segregados y atestados de una tecnología que se convierte en vehículo de fuerzas aterradoramente destructivas.

El caso Caligari
     El doctor Caligari es un psiquiatra psicópata que hipnotiza a Cesare, un enfermo mental, para cometer asesinatos. La película es abiertamente subversiva y antisistema. Plantea la idea de que la autoridad, el estado, pueden ser malvados y manipuladores. Cesare representaría al hombre común, manejado por esa autoridad, en la época mediante el servicio militar obligatorio principalmente, hoy con técnicas más sutiles pero no menos efectivas.
     Erich Pommer, director de la Decla-Bioscop, más tarde, jefe de producción de la UFA, aceptó el guión; la calidad artística y el sentido comercial, pesaron más que las posibles lecturas subversivas. Luego de que Fritz Lang rechazara la dirección, para terminar con compromisos anteriores, Robert Wiene se hace cargo del proyecto. Se decide una modificación en el argumento con vistas a alivianar la carga de atrocidades de la idea original, escrita por Hans Janowitz y Carl Mayer: agregar un prólogo y un epílogo para reducir las aberraciones de Caligari al desvarío de un demente. La película comienza con dos internos conversando en el patio de un manicomio. Uno de ellos es Francis, quien comienza a contar la historia del malvado doctor. Cambio de plano mediante, pasamos al lugar donde se desarrolla esta historia, que termina con la captura del criminal en el psiquiátrico que dirigía. Entonces volvemos al patio, a la “realidad”, donde nos encontramos otra vez con Caligari, quien promete curar al enfermo.
     A pesar de las protestas de los escritores, la película quedó reducida en apariencia, a un discurso casi reaccionario: la autoridad es legitimada y el héroe convertido en un insano; no obstante conserva su sentido original como la fantasía de un loco.
     El estilo expresionista en los decorados[6]: arquitecturas imposibles, ruptura de la perspectiva, sombras deformadas; en la estética de los intertítulos; en la caracterización de los personajes: maquillajes, vestuario; en el mobiliario, etcétera, resulta inmejorable para representar el mundo interno de un loco. Lo más curioso es que al volver al mundo “real”, esa realidad es un manicomio y la estética se mantiene[7].
     Caligari es el punto inicial del expresionismo en el cine, siguiendo obras precursoras como El estudiante de Praga (P. Wegener, 1913) y El Golem (P. Wegener, 1915), dando origen a una lista de grandes tiranos: Nosferatu, una sinfonía del terror (F. W. Murnau, 1921), Doctor Mabuse (F. Lang, 1922), los señores de Metrópolis (F. Lang, 1927) y su infame mujer robot; sin dejar de lado a los no menos tétricos tiranos reales, desde Hitler a Bush. Es una obra clásica: da cuenta de su época además de ser inquietantemente premonitoria y universal.



Ficha técnica:
Das Kabinett des Dr. Caligari (El gabinete del Dr. Caligari, 1919) Producción: Decla-Bioskop; Productor: Erich Pommer; Dirección: Robert Wiene; Guión: Hans Janowitz, Carl Mayer; Fotografía: Willy Hamesiter; Decorados: Herman Warm, Walter Rohrig, Walter R. Reinmann; Intérpretes: Werner Krauss, Conrad Veidt, Lil Dagover, Fritz Friedrich Feher, Rudolf Flin-Rogge; Sala y fecha de estreno: s.d.; Duración: 90’.


     A pesar de levantamientos socialistas en varias ciudades, a fines de 1918, se proclama la República por el ala derecha del partido socialdemócrata. En enero de 1919, las sublevaciones sindicales son reprimidas y los sectores populares se adhieren a las facciones reaccionarias del gobierno. La revolución socialista devino burguesa. La situación en que quedó Alemania al término de la 1ª Guerra Mundial, sumió a la población (principalmente a la burguesía) en un estado de frustración y resentimiento: derrota militar y tratado de Versalles por el cual cedía territorios, reducía el ejército y debía indemnizar económicamente a otros países dañados. En 1920, Hitler funda el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NAZI). Tras el golpe de Munich, en 1923, cae preso y el partido nazi es declarado ilegal. A partir de la crisis del ’29, su propuesta comienza a tener éxito. En 1933 es proclamado Primer Ministro[8].

     Para contrarrestar la campaña antigermana llevada a cabo en el extranjero, el Alto Comando Alemán junto con financistas, industriales y armadores, fusionan un conjunto de productoras, creando en 1917, la Universum Film A. G. (UFA). Tras la caída del káiser y la derrota, el Deusche Bank adquiere la mayoría de las acciones. A pesar de convertirse en una empresa privada, la UFA continúa con los planes propagandísticos de sus creadores, agregando una intención más comercial y dejando en claro su posición antisocialista. Son concientes de la necesidad de elevar el nivel de calidad para hacer frente a la competencia extranjera. La Decla-Bioscop pertenece a la misma política[9].





[1] Sigfried Kracauer, De Caligari a Hitler.
[2] Linda Kauffman, “La abyección surrealista de David Cronenberg” en Malas y perversos.
[3] Román Gubert, Las raíces del miedo.
[4] Gabriel Lewin, “Homo tecnicus o las maquinaciones del cuerpo”.
[5] Kauffman, op. cit.
[6] Toda la escenografía son telones pintados. Según Lote Eisner en La pantalla diabólica, la elección se debió a la falta de presupuesto.
[7] Kracauer, op. cit.
[8] HISTORIA UNIVERSAL, Colegio Nacional Buenos Aires-Página 12. Fascículos 45-47.
[9] Kracauer, op. cit.

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